La construcción de adobe más antigua de América salió a la luz bajo la arena de un desolado, inhóspito y desértico enclave de la costa norte de Perú, donde un equipo de arqueólogos desentierra sus primigenios muros, cuya antigüedad oscila entre los 5,100 y 5,500 años.
Bajo lo que parecía una simple y común duna del valle de Chao, 70 kilómetros al sur de la ciudad de Trujillo, permanecían ocultos estos arcaicos edificios de adobe, ese barro amasado en ladrillos que luego usaron con enorme virtuosismo las grandes civilizaciones del Antiguo Perú para sus espectaculares construcciones.
“Lo que hemos encontrado es la evidencia más antigua de arquitectura utilizando esta tecnología del adobe”, aseguró la arqueóloga Cecilia Mauricio, que lleva casi diez años de investigaciones en la zona.
En ese hallazgo intervinieron arqueólogos de la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP) y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), con la colaboración de investigadores de la Universidad de Maine (Estados Unidos).
Los vetustos muros de adobe encontrados en el complejo arqueológico Los Morteros son incluso mil años más antiguos que las construcciones de Caral, la primera civilización de América, que se desarrolló entre los años 3000 y 1800 a.C. en el valle del río Supe, a unos 130 kilómetros al norte de Lima.
“En Los Morteros vemos de alguna forma un antecedente para lo que después será Caral, con estos edificios fabulosos y enormes para la antigüedad que tienen”, sostiene Mauricio, cuya investigación fue publicada en PNAS, la revista científica de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, y luego citada por Nature.
El origen del adobe
El adobe fue el material preferido de construcción para algunas civilizaciones que dominaron la costa del Antiguo Perú y que perfeccionaron esta tecnología, como los chimú y su capital Chan Chan, la mayor ciudad de barro de América, o los mochica, que aún siguen maravillando a quienes visitan la Huaca del Sol y de la Luna.
“Hay todo un proceso de evolución y desarrollo de conocimiento sobre la tecnología del adobe. No se originó de un momento a otro por las grandes sociedades costeras como los mochica, sino que viene de atrás y nosotros hemos encontrado aparentemente ese punto de inicio”, destaca Mauricio. Gracias a radares se pudo detectar esta estructura soterrada con ambientes de diez metros de longitud por siete de ancho, y una altura de unos dos metros, y después de desenterrarla dejó asombrados a Mauricio y sus compañeros por tratarse de muros de adobe, algo inédito para su época.
Efecto de El Niño
Más llamó la atención todavía que fueran bloques hechos únicamente de barro, sin mezclar con ningún otro material que le dé mayor solidez, lo que denotaba que se trata de una de las primeras experiencias arquitectónicas de este tipo.
Por los análisis de su composición se pudo incluso hallar la ubicación de la cantera utilizada para esta construcción, un gran depósito de arcilla en la cercana desembocadura del río Chao, producto de un aluvión inusual, causado probablemente por el fenómeno climatológico de El Niño.
Así, los investigadores determinaron que las inusuales inundaciones que provoca El Niño con sus torrenciales lluvias sobre desierto costero de Perú fueron aprovechadas por los antiguos habitantes del valle de Chao para inventar una nueva forma de construcción que crease grandes espacios de reunión social.
“Para nosotros El Niño significa muerte y catástrofe, pero estos fenómenos pudieron haber sido entendidos de otra manera en épocas prehispánicas y aprovechados, porque al fin y al cabo es agua en el desierto y los depósitos de arcilla también son buenos fertilizantes para la tierra”, señala Mauricio.
Un pueblo pesquero
Detrás de esta construcción no había una civilización tan evolucionada como Caral, pero sí una sociedad que “estaba desarrollando conocimientos complejos y haciendo edificaciones monumentales, pero en la escala que correspondía a mil años antes”.
“Probablemente, no son sociedades que tengan un estado ni un gobierno formal, pero por las construcciones con mortero vemos que hay liderazgos, porque se necesita un nivel de organización para planear y ejecutar esta obra, y una población lo suficientemente interesada en usar estos espacios”, detalla la arqueóloga.
En Los Morteros hay evidencias de presencia humana desde por lo menos 6,000 años atrás, en asentamientos dedicados principalmente a la pesca y, “gracias a ese ambiente tan próspero, probablemente empiezan a desarrollarse socialmente y a invertir su tiempo en desarrollar tecnología y este tipo de sitios”, añade Mauricio.
Para la arqueóloga, este descubrimiento indica que “falta investigación” porque, “Caral llamó mucho la atención sobre lo antigua que es la civilización en los Andes, pero con más investigaciones vemos que hay otras regiones que experimentaron cosas similares y probablemente desde tiempos más antiguos”.
Por ello deseó que puedan conseguir financiación no solo para continuar la investigación sino también para la conservación del lugar, porque “porque el patrimonio arqueológico es una fuente de desarrollo importante para la sociedad peruana”, aunque lamentó que muchas autoridades no lo vean así.