Promovida por la Compañía de Jesús, exhibe templos en Cusco y el Valle Sur con una formidable arquitectura y arte.
Cusco brinda la oportunidad de conocer, además del maravilloso Machupicchu y el espléndido Valle Sagrado, una amplia gama de formidables atractivos entre los que destaca la “Ruta del Barroco Andino”, que ofrece un recorrido inolvidable por templos que exhiben en su interior una de las muestras de arquitectura y arte más impresionantes del Perú.
La Ruta del Barroco Andino es promovida por la Compañía de Jesús, y comprende templos en la Ciudad Imperial y el Valle Sur que exhiben una impresionante arquitectura y arte.
La Ruta del Barroco Andino recorre cuatro templos: el de La Compañía, ubicada en la Plaza de Armas del Cusco, y los de Andahuaylillas, Huaro y Canincunca, en el llamado Valle Sur de Cusco, el espacio geográfico que conecta la capital del imperio inca con la selva de Madre de Dios y el lago Titicaca.
Este fue un eje comercial, anterior a los incas, donde circulaban el oro, la plata, la hoja de coca y las fibras animales. Desde entonces quedan señales de ese pasado en los sitios arqueológicos que se pueden apreciar a lo largo del recorrido, como Tipón, Pikillacta, Rumicolca y también en la antigua fábrica de tejidos de Lucre.
El Valle Sur va paralelo al río Vilcanota y atraviesa dos lagunas, una de ellas Huacarpay, sitio Ramsar rico en aves, totorales y bellos atardeceres. El valle está formado por pequeñas localidades de agricultores, comerciantes y ganaderos, y también hay pueblos de chamanes, panaderos, constructores de tejas, así como de músicos y danzantes que rinden homenaje al Señor de Qoylluriti.
El tiempo necesario de visita es de aproximadamente medio día y cuenta con fácil acceso, dado que los tres templos en el Valle Sur están a solo 1 hora de Cusco, mientras que el templo de La Compañía se encuentra en la Plaza de Armas.
Atractivos de la Ruta del Barroco Andino
Los atractivos que se pueden apreciar en la Ruta del Barroco Andino son los siguientes:
Templo La Compañía
La Ruta del Barroco Andino se inicia en el templo de La Compañía, ubicado en la Plaza de Armas de Cusco, y es uno de los templos más significativos de este estilo arquitectónico. Comenzó a construirse en 1576 sobre el templo inca Amaru Cancha, y se reconstruyó en su totalidad después de un fuerte sismo que afectó a la ciudad en 1650. Su construcción formó parte del complejo del Colegio de la Transfiguración, erigido por los Jesuitas a su llegada al Cusco.
De planta en forma de cruz latina, su fachada es de piedra profusamente decorada, tiene dos grandes torres y dos capillas anexas. La arquitectura del templo sirvió de modelo para otros muchos templos que se construyeron en el sur andino.
En la fachada se observa una portada-retablo de tres cuerpos y tres calles, encajonado entre sus dos esbeltas torres campanario, que han servido de modelo para muchos otros templos cusqueños. Las dos torres son lisas y pulidas en su parte inferior, que contrasta con la rica decoración en la parte.
En su interior conserva uno de los más imponentes altares mayores de madera de cedro tallada y cubierto de pan de oro, de 21 metros de alto. Alberga destacadas obras de arte como el lienzo del matrimonio de Martín García de Loyola con la ñusta Beatriz Clara Coya, así como una colección de lienzos de la vida de San Ignacio de Loyola.
Templo San Juan Bautista de Huaro
Su estilo es renacentista y conserva más de 60 esculturas y 50 lienzos de gran calidad y belleza, además de platería, retablos y otros bienes muebles. Construido a fines del siglo XVI y principios del XVII, destacan las impresionantes pinturas murales de su interior, que cubren la totalidad de los techos y las paredes.
Estas pinturas, realizadas por Tadeo Escalante, pintor cusqueño, muestran las postrimerías del ser humano, es decir, el viaje por la muerte, el juicio final, la gloria y el infierno, y están definidas por la unión de la simbología andina, las creencias populares, su naturaleza y el arte colonial y muestran los programas evangelizadores que fueron utilizados.
También cabe destacar el artesonado mudéjar del presbiterio, hecho con casetones de madera y su retablo mayor, De madera tallada y sobredorada con pan de oro, de estilo barroco, construido en el siglo XVII, por Martín de Torres.
Templo San Pedro Apóstol de Andahuaylillas
El templo, tal y como lo conocemos, comenzó a construirse a partir de 1610 por iniciativa del párroco Juan Pérez de Bocanegra, culminándose a inicios del XVII. Sin embargo, se cree que ya existía una pequeña capilla levantada sobre un templo inca que funcionaba como reducción de indios a fines del siglo XVI.
En su interior se conservan dos órganos musicales bellamente pintados que son considerados los más antiguos de América Latina. La majestuosidad artística se refleja también en el artesonado de influencia mudéjar, la gran variedad y riqueza de los lienzos —como la serie dedicada a San Pedro Apóstol, patrono del templo—, la policromía de los techos y el arco triunfal que separa el presbiterio de la nave principal.
La fachada principal está flanqueada por dos contrafuertes enchapados en piedra, y en medio se halla la capilla abierta, y debajo la portada retablo. La capilla abierta sirvió al principio para realizar oficios religiosos y enseñar la doctrina a la población local, que estaban afuera en el atrio y que al principio eran reacios a entrar a espacios cerrados.
El retablo mayor está tallado en madera de cedro y acabado en pan de oro. En la parte superior central está la Coronación de la Virgen, seguidamente está la imagen de la Virgen del Rosario y debajo está el tabernáculo, cubierto con láminas de plata. A su izquierda está la imagen de San Pablo y a la derecha de San Pedro.
El presbítero Juan Pérez Bocanegra encargó pintar los muros del templo con grandes programas evangelizadores, especialmente al pintor limeño Luis de Riaño, al cual encargó pintar los murales y lienzos principales, como “El camino al cielo y el camino al Infierno”, dos murales que flanquean la portada principal.
A la izquierda está el “Camino al Infierno”, lleno de rosas y placeres, pero que conduce al infierno, y a la derecha, el “Camino al Cielo”, lleno de sacrificios, pero que tiene como premio la vida eterna junto a Dios en el cielo.
El baptisterio conserva en su portada de ingreso la fórmula bautismal en cinco lenguas: latín, castellano, quechua, aimara y puquina. Los cuadros que adornan las paredes están enmarcados con enormes molduras de madera de cedro y pan de oro.
Capilla Virgen Purificada de Canincunca
Ubicada sobre un antiguo centro wari, junto a la laguna de Urcos, Canincunca recibe su nombre por el abra o cuello en que se encuentra situada en la ruta que une el Cusco con Puno.
Etimológicamente su nombre proviene de la fusión de dos vocablos quechuas: “canin”, que significa morder y “cunca”, que significa cuello, y significa el recorte de la fusión de los bordes inferiores de dos cerros.
La capilla comenzó a construirse a principios del siglo XVII y consta de una sola nave, cuyas paredes internas están ricamente decoradas con pinturas murales y cintillos de pan de oro, que simulan hermosos cortinajes.
Muchas de ellas representan flores, frutas, aves y símbolos que recuerdan a los pallais, los diseños geométricos que los tejedores andinos realizan en sus hermosos textiles, mostrando la iconografía característica del barroco andino.
Se considera que la zona de la Capilla formó parte de construcciones religiosas de la cultura Wari. Del retablo original fue una pintura mural del cual sólo queda evidencia la hornacina central con la iconografía de la Virgen de la Candelaria. Posteriormente se sustituyó por el actual retablo de madera tallada, que es de fines del siglo XVII.
Obras sociales
Los ingresos generados por la visita a los templos y el consumo en las tiendas de la Ruta del Barroco Andino son dirigidos a la conservación de los templos y a mejorar las condiciones de vida de los pobladores, a través de las obras sociales de los jesuitas.